El futuro es asunto de todos. Deberíamos poder reflexionar sobre él desde la juventud y sin dejarnos llevar por el espíritu de la época. Visto desde 1968.
En realidad, resulta toda una paradoja que los jóvenes en general no piensen mucho o piensen poco en un futuro más allá de sus oportunidades de empleo, planificación familiar, etcétera.
Esto probablemente se deba a que las personas mayores han convivido con espíritus de época cambiantes y con el movimiento continuo de la sociedad, lo que determina en gran medida nuestro estilo de vida. Para cada generación se abre una amenaza, se acabe cumpliendo o no.
En lo que respecta a Europa y al mundo occidental, me gustaría que, por ejemplo, fueran más las personas que leyeran libros de Peter Scholl-Latour y reflexionasen sobre ellos. A mí, su libro «Der Weg in den neuen Kalten Krieg» (El camino hacia la nueva guerra fría, de Ullstein), que además estuvo en la lista de superventas del periódico alemán Der Spiegel, me impresionó. Me sorprendo una y otra vez al ver cómo la política no parece aprender nada de la historia.
Con la intención de probar que para mí el futuro siempre ha sido un tema importante y no solo en la madurez, comparto aquí un discurso que pronuncié en una asociación en 1969. En aquel momento (enero de 1970) me pidieron que hiciera copias para después repartirlas. He encontrado una de ellas por casualidad entre mis documentos y me ha sorprendido ver que mi yo de aquel momento estaba sujeto al espíritu de la época (Zeitgeist).
Esto sucede especialmente en la formación de opinión, en la que la genética normalmente no desempeña ningún papel en la forja del carácter, sino que esto depende casi prácticamente y en exclusiva de la educación y del entorno.
¡Desde este punto de vista, el péndulo no vuelve al medio, sino que se coloca en el extremo de la sinrazón! Antes había percibido todo lo contrario.
Hoy en día, al menos las personas «maduras» lo reconocen: la disposición genética determina cómo responde un niño al medio en el que se encuentra. Además, el entorno (amistades, grupos, medios de comunicación) tiene en la actualidad un mayor peso en el niño, y desde mucho antes. El hogar familiar ha perdido una enorme influencia.
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El verdadero carácter de una persona se descubre cuando aparece un conflicto mayor o grave, ya sea por cómo la persona se desenvuelve o por cómo trata a los demás.
¡Y durante la infatuación es imposible conocer a las personas! Por suerte, se trata de un fenómeno pasajero que, en el mejor de los casos, termina en amor. Véase también agápe o altruismo.
El fragmento situado bajo «Conocimientos de la psicología profunda»: trastero fatalista en la mitología antigua, las creencias mágicas, los fatalismos, etcétera, está lleno de excesos: muestra gran parcialidad
.
En las mismas condiciones, un niño se desarrolla de manera diferente debido a su disposición genética. Sin embargo, esto solo lo pueden reconocer las personas que tienen mucha experiencia práctica con las familias y que son capaces de interpretar los resultados sin dejarse llevar por su propia ideología.
Hoy en día, en un texto así me hubiese alejado más de los libros y hubiese incluido citas, pero era un simple discurso.
Las únicas excepciones son las palabras subrayadas para facilitar su búsqueda en Wikipedia, así como las casillas y las imágenes. En 1969 todavía no había Internet ni ordenadores.
En lo que respecta al futuro, podría pegarme horas hablando sobre el desarrollo técnico o sobre la explosión demográfica que se espera utilizando, por ejemplo, el bien fundamentado informe de RAND Corporation para el año 1984, que afirma:
La población mundial habrá aumentado desde su nivel actual en un 40 %, hasta los 4,3 mil millones, siempre y cuando, no tenga lugar una tercera guerra mundial. Hay una probabilidad de entre el 80 y el 85 por ciento de que esto no suceda, suponiendo que el desarrollo actual continúe. Unas políticas adecuadas podrían aumentar esta posibilidad hasta el 95 %. Para que puedan producirse las cantidades necesarias de alimentos, la agricultura se apoyará en la automatización y en la desalinización. Se llevará a cabo un control efectivo de la natalidad, por lo que la tasa de natalidad estará en detrimento.
En medicina, se practicarán trasplantes naturales y la implantación de órganos artificiales (plástico y electrónica). El uso de medicamentos para el control de la personalidad será habitual. Las máquinas de aprendizaje complejas serán de uso generalizado. Las bibliotecas automatizadas, que ponen a disposición de manera efectiva la documentación necesaria y la reproducen, promoverán la investigación científica. El intercambio de información mundial se mejorará a través de un sistema de transmisión por satélite y la traducción automática del idioma. La automatización tendrá lugar en todos los sectores, desde los servicios hasta la toma de decisiones en gestión.
Se establecerá una base lunar permanente. Se realizarán vuelos tripulados a Marte y Venus. Habrá laboratorios espaciales en funcionamiento. Los motores por energía nuclear y los motores de iones estarán disponibles.
¿Pero qué tiene de bueno ese progreso si nosotros no cambiamos? En cualquier caso, tenemos que movernos al mismo tiempo, lo que significa que nuestra manera de comportarnos tiene aún más consecuencias. Cuando conocemos las causas y los efectos del comportamiento de los demás podemos ayudarles y, de esta manera, mejorar nuestra propia existencia de forma considerable. Este conocimiento hay que difundirlo tanto como se pueda.
Pasaremos el resto de nuestras vidas en el futuro. Pero ¿por qué la mayoría de las personas se interesa tan poco en lo que está por venir? ¿No hay nada que podamos cambiar del futuro? ¿O será que hasta con los mejores análisis no sabemos lo que nos depara?
Para empezar, deberemos distinguir entre el supuesto destino de cada uno y el futuro de la humanidad.
Resulta increíble ver lo poco que las personas se preocupan por su propio futuro y el de su familia y la dejadez a la hora de establecer planes concretos. Sobre todo en época de bonanza económica (crecimiento) se consume el placer y se deja a un lado la formación profesional y la ética (véase también ética de los negocios). A menudo, la creciente demanda financiera deja de poder satisfacerse y esto da lugar a comportamientos sociales y éticos críticos.
Sin embargo, aun peor es la falta de interés casi general sobre el futuro en nuestra sociedad. A menudo, tal indiferencia se debe a la sensación de que un grano de arena en el mar no puede ni cambiar ni influir en el curso de los acontecimientos.
Si, por ejemplo, nos encontramos ante un comité conformado por personas que solo han completado la secundaria), sin ningún miembro que tenga estudios científicos y que tiene que decidir sobre el destino de la universidad, probablemente una queja individual o conjunta puede cambiar dicha situación. En las siguientes secciones veremos lo importante que son para nosotros los buenos colegios y universidades. También veremos que el futuro de cada uno comienza desde que se es pequeño. La sociedad la componen aquellos a los que ya hemos educado y los que están por educar. Ellos y nosotros somos quienes determinamos el futuro.
A todos aquellos que estén interesados en el tiempo en el que pasarán el resto de sus vidas les propongo que estudien los siguientes tres libros, que fueron los que más influyeron en mi intervención:
Aquellos que quieren participar de forma activa en la configuración del futuro difunden todo lo que saben sobre las causas y las consecuencias de los diferentes comportamientos del ser humano.
Desde los descubrimientos de los biólogos Lamarck y Darwin en siglos pasados, se considera demostrado que las mutaciones genéticas y el desarrollo biológico del hombre primitivo fueron quienes lo alejaron del resto de los animales.
El ser humano se caracterizaba por un desarrollo intenso del cerebro, el bipedismo, el músculo oponente del pulgar y el desvalimiento durante una infancia relativamente larga. La especie humana apenas tenía instintos naturales, por lo que tuvo que aprender a comportarse y a transmitir ese comportamiento a través de la tradición.
El ser humano aprende de la generación anterior. El desarrollo del espíritu es muy superior al desarrollo por mutación genética. La lucha por la existencia como principio de selección existe tanto en el desarrollo físico como en el de la personalidad y afecta a los seres humanos como si fuera un sujeto consciente, en forma de angustia y sufrimiento.
La guerra también está al servicio de esta selección.
El impulso interno por mejorar se convierte en un factor favorable que se observa sobre todo en los individuos. El último gran paso —porque ha tenido lugar en tiempos históricos— evidente del progreso de la humanidad tiene que ver con el desarrollo de la fuerza del entendimiento, con la separación de objeto y sujeto (véase clivaje, de Karl Jaspers). El mundo griego (antes del período helenístico) y del cristianismo ya había dado este paso en Occidente.
La reforma protestante despertó las posibilidades, hasta entonces dormidas, de la ciencia y de la técnica y las hizo posibles. Por eso, la civilización occidental (Kulturkreis enlace en inglés) en su propio desarrollo se ha colocado por delante de la parte de la humanidad que todavía permanece en el nivel mágico y mítico de la conciencia.
Estos diferentes niveles o etapas del desarrollo los podemos relacionar de manera relativamente sencilla con diferentes niveles de la conciencia. Todo aquello de lo que se puede ser consciente o se es consciente es, en definitiva, el motivo por el que el ser humano está en este mundo. El ritmo de la conciencia (aprehensión) ha acelerado enormemente en los seres humanos; hoy en día parece que es capaz incluso de asumir proporciones mayores.
El ser humano occidental ha desarrollado en exceso su mente (entendimiento) y ha descuidado en gran medida, incluso habiéndolo desvalorizado, el desarrollo de sus fuerzas emocionales (sentimientos), de forma que ha creado una antítesis de ambas. Por su parte, las personas de Extremo Oriente han caído en el error opuesto. Así pues, lo importante ahora sería desarrollar mejor el área psicológica del alma, sin descuidar la formación del espíritu.
La introducción del resto de la humanidad en un nivel similar de desarrollo de la conciencia es otra inmensa tarea que nos depara el futuro. No depende solo de la ayuda económica, sino que también es necesaria la formación. Para los pueblos que todavía se encuentran en el nivel mágico-mítico y que se aferran a los puntos de vista tradicionales, esta formación es un problema bastante delicado.
Nuestras tareas aquí son asegurarnos de desarrollar lo mejor posible nuestras propias posibilidades y preocuparnos porque el de al lado también lo haga. Después, garantizar que el resto de seres humanos también tengan estas posibilidades de desarrollo. Así pues, tenemos que ponernos al servicio de este desarrollo ya mismo, de forma consciente y positiva.
Cita del libro «Religiosität ohne Religion» (1988, 2009), de Willy Obrist (profesor y doctor en Medicina, 1918-2013, enlace en alemán), pág. 18:
Los pasos para el desarrollo de una mayor conciencia, en el sentido de la visión inicial filogenética, siempre tienen lugar en determinados individuos de una población. Estos individuos suelen estar más adelantados a su tiempo —al nivel de desarrollo de la conciencia colectiva de su tiempo. Ya han experimentado el sufrimiento del anciano, recorrido el camino de la falta de hogar y llegado al punto en el que la gran masa, incluso la de los «competentes», todavía se sienten seguros en esas moradas que el desarrollo ya ha superado. Visto desde el punto de vista de la evolución de la conciencia, a estos individuos se les puede describir como la punta del iceberg de la conciencia de su sociedad.
Debajo se encuentra una capa de personas que siguen en un nivel de desarrollo de la conciencia algo pasado de moda y en la base se encuentran aquellos cuyos pensamientos se encuentran en tiempos muy pasados.
El profesor y doctor en medicina Willy Obrist escribió el libro «Die Mutation des Bewusstseins» (La mutación de la conciencia, 1980) y «Die Natur - Quelle von Ethik und Sinn» (La naturaleza, fuente de ética y de sentido, 1999). Él también empleo el concepto de fulguración de Konrad Lorenz (1903-1989) para la emergencia. Sin hogar significa (p. ej. en Fausto de Goethe) desarraigado, desprotegido, descentrado.
Por desgracia, no encontré ningún término específico para los tres tipos de personas recién descritas. Así, en conversaciones privadas hable del punto de vista de la rana, del de la mosca y del águila, más raro.
Para mí, por ejemplo, Peter Scholl-Latour tenía el punto de vista del águila. Uno de sus últimos libros fue «Der Weg in den neuen Kalten Krieg» (El camino hacia la nueva guerra fría). Estamos volviendo a crear dos polos opuestos, en lugar de tres, que serían EE. UU., Europa y China. Con las tres en hegemonía no tendría lugar ninguna otra guerra...
Según la clasificación de J. Gebser los occidentales nos encontramos en la época mental, que junto con el Renacimiento dio lugar a lo racional. El ser humano se separó cada vez más del mundo los objetos e investigó las leyes imperantes con su intelecto. De esta manera, convirtió las ciencias naturales en la ciencia dominante. El descubrimiento de las leyes naturales llevó a superar el pensamiento mágico-mítico (véase también mythos) y encontró su punto álgido y confirmación en el desarrollo tecnológico.
Esto hizo que la vida de la gente fuese mucho más cómoda, pero también mucho más pobre. A partir de ese momento, el ser humano encontró la satisfacción en el cumplimiento de su trabajo.
La vida profesional suele ser más bien monótona y agotadora; tan solo requiere pequeños momentos de atención. Y ya está.
Después de un trabajo que requiere nuestra fuerza corporal nos sentimos cansados, pero tras un trabajo monótono que nos requiere atención quedamos agotados (apatía sería un término más adecuado, pero no exacto). Muchos trabajadores no son más que un pequeño engranaje que realiza su actividad como parte de una máquina.
También en los empleos «superiores» reina el individualismo, pues se necesitan especialistas que, como es bien sabido, saben mucho sobre muy poco. Un gran peligro de esta situación es la prevalencia de las personas que solo tienen conocimientos sobre un aspecto, es decir, los expertos, en lugar de los sensatos (con experiencia).
Aquí vemos tendencias de desarrollo que restringen en gran medida las posibilidades del ser humano y que están preparadas para infundirle ciertos sentimientos de inferioridad (complejo de inferioridad), aunque sepa que ha sido el mismo ser humano el que ha conseguido crear dichas máquinas. Pero este, para conseguirlo, ha requerido un alto grado de conocimientos y habilidades.
En contraposición, hay un grupo grande de personas con habilidades relativamente bajas, poca responsabilidad y un tiempo de trabajo reglado por horas. Se ha formulado de la siguiente manera: pocos deben trabajar mucho para que muchos puedan trabajar poco.
Esta frase, formulada de manera más que deliberada, recoge la situación profesional actual. Pero no todos los pequeños grupos están satisfechos, pues consideran que se les exige demasiado. Su vida se caracteriza por una larga jornada de trabajo, inquietud y agitación, así como por el constante temor y la ansiedad a no terminar a tiempo.
Como el ser humano no encuentra la verdadera razón de vivir, se centra en la búsqueda permanente de poseer más cosas. Cree que tener las cosas que otros ya tienen le satisfará y le hará feliz.
La juventud lo tiene más difícil, pues se trata del periodo de la vida en el que la necesidad de desarrollarse es, por supuesto, más fuerte. Los jóvenes anhelan aprovechar todas las posibilidades que ofrece la gran aventura de la vida.
La industria del entretenimiento despierta ilusiones que el día a día no es capaz de satisfacer, por lo que este se convierte en anodino y aburrido.
Los jóvenes que en la víspera de Año Nuevo rociaron gasolina sobre unos automóviles aparcados a los que después prendieron fuego respondieron con los siguientes motivos: todo era muy aburrido
. Puede que el deseo natural de riesgo y libertad también sea el responsable del comienzo de las dos guerras mundiales.
Tablas: Matriz morfológica de los tipos de responsabilidad de Günter Ropohl, extraída de «Ethik und Sozialwissenschaften» (Ética y ciencias sociales, 1994):
QUIÉN (Sujeto de la acción) | Individuo | Empresa | Sociedad |
responsable | |||
QUÉ | Acción | Producto | Incumplimiento |
PARA QUÉ (consecuencias de la acción) | Consecuencias predecibles | Consecuencias impredecibles | Consecuencias a largo plazo |
POR QUÉ (Normas y valores) | Normas morales | Valores para la sociedad | Leyes estatales |
DE QUÉ (Responsabilidades) | Conocimientos | Opiniones de los demás | Justicia |
CUÁNDO | Anterior: prospectiva | En el momento | Posterior: retrospectiva |
CÓMO | Activo | Virtual | Pasivo |
Nadie es capaz de cambiar las ocupaciones de las personas de hoy en día, a menudo individualizadas y poco satisfactorias. Sin embargo, el trabajo se tolerará mejor si hay un buen ambiente.
El ser humano tiene que encontrar contacto en su círculo de compañeros y superiores.
Hasta el momento, la vida humana ha estado llena de superación (revolución industrial). Hace siglos, el trabajo era feudal, arduo y poco satisfactorio.
Ahora tiene tiempo de ocio y, a menudo, no sabe qué hacer con él. Aun así, no advierte que, por primera vez, es verdaderamente libre y que puede desplegar todas las capacidades y posibilidades a su disposición. Solo aquellos a los que se ha «alimentado» desde la infancia se dan cuenta de todas las capacidades que poseen.
El tiempo que se pasa así también desaparece rápidamente de la memoria. Pero si realmente te interesas por el idioma, las costumbres y las tradiciones extranjeras y estudias la cultura, aunque haya que poner un poco de esfuerzo, con las vacaciones se obtiene un verdadero descanso.
La montaña que se escala con esfuerzo supone una experiencia. Educar en la creatividad, en las aficiones y en la actividad deportiva hoy en día es indispensable y debería fomentarse más.
Los psicólogos dinámicos descartan la teoría de transmisión hereditaria psicológica, según la cual las principales características de las personas — inteligencia (crítica al concepto de inteligencia, enlace en alemán), el talento o los trastornos del estado de ánimo (véase también enfermedad mental), entre otros— son principalmente rasgos innatos. Según las antiguas pseudociencias, también lo son la propensión a la delincuencia, la depravación, o las características étnicas (carácter).
La teoría de la herencia tuvo especial relevancia durante el siglo pasado (hoy en día, el penúltimo), el XVIII. Hoy en día ha caído en desuso debido a la comprensión de la psicología profunda. Si la interpretación de que el carácter del ser humano es la herencia biológica fuese correcta, la psicología, la psicoterapia y la pedagogía no valdrían de nada.
La teoría de la herencia genética siempre ha tenido un efecto paralizante en las actividades culturales y educativas. Aun hoy en día sigue siendo un lastre terrible que confunde las cabezas y oscurece las ideas para hijos de criminales, enfermos mentales y en las migraciones de los pueblos y las naciones.
Procede del fatalista cuarto trastero (almacén lleno de cachivaches, enlace en alemán) de las antiguas mitologías, creencias mágicas, fe en el destino (fatalismo), etcétera. La psicología profunda rechaza la creencia de que las propiedades mentales (psique, alma) sean hereditarias. En este sentido, es dinámica. En general, no cree que sean fijos, sino que se desarrollan sobre todo durante la infancia (véase también psicología individual de Alfred Adler / Fritz Künkel).
| En Mozart, el prodigio musical, se puede comprobar que las líneas anteriores son tan erróneas como las del siglo XVIII. La educación y el entorno no lo fueron todo, sino que hubo un porcentaje genético que tuvo una influencia mucho mayor. Sin embargo, esta predisposición se puede echar a perder si la educación no es correcta. Cuando uno es joven, se es muy sensible al espíritu de la época y no se reconoce el péndulo del tiempo... Eso es lo que a mí me paso: como autores, las capacidades nos pueden llegar a seducir. |
Los rasgos del carácter son (para la psicología actual) la respuesta de los niños a las situaciones familiares que se encuentran en la primera infancia. El comportamiento de los padres, la influencia de los hermanos y el clima psicológico del entorno, entre otros, determinan el desarrollo del carácter del niño (psicología del desarrollo).
Por otra parte, el carácter hace que el estilo de vida de una persona se haga transparente. En este sentido, la inteligencia es una capacidad adquirida cuyo valor depende del sentimiento de pertenencia del niño, de su valor, de su formación y del estilo de vida de la familia. El educador tiene en su mano que su hijo sea inteligente o no, a excepción de los defectos de nacimiento.
La investigación sobre la psicología profunda revela que detrás de cada niño poco inteligente hay un abatimiento profundo que ha surgido de una educación incorrecta desde el punto de vista psicológico.
Cuanto mejor sea la relación con los padres y, por lo tanto, con el entorno, más valor y determinación mostrará el niño para resolver sus tareas y, en las circunstancias correctas, alcanzar niveles extraordinarios.
La actitud inconsciente ante la vida, que para muchos se convierte en un obstáculo para el desarrollo libre y creativo, consiste en realidad en errores que se le han impuesto al niño en su entorno familiar temprano. Si se corrigen, se abre el camino para un estilo de vida más productivo y el carácter, la inteligencia y la salud mental se verán sujetas a las transformaciones más sorprendentes.
Los pensamientos que se resumen en el prólogo son muy importantes y la mayoría, aunque no son incorrectos, sí que son individualistas y, a veces, prepotentes. Por ejemplo, no se habla en absoluto de la resiliencia.
Las hojas nuevas también nos abren una ventana en el tiempo. Si no se llenan de contenido con el tiempo, lo más probable es que se marchiten, mientras que, en el caso contrario, más espacio significa más habilidades.
Por resiliencia entendemos, por ejemplo, la resistencia del alma. La resiliencia puede incluso convertir un mal comienzo en la vida en éxito, ya que el crecimiento interno suele ocurrir sobre todo en casos de emergencia. Esto no significa que haya que forzar esta situación de emergencia, todo lo contrario, pues solo una minoría desarrolla o saca al exterior su resiliencia.
| Las personas con resiliencia son aquellas que tienen una imagen realista de sus capacidades, que no se sobrestiman y que han aprendido a resolver los problemas por sí mismos siempre que sea posible. Valores como el interés (no solo la curiosidad, ¡que a veces ya no sabemos distinguirlas!), la adaptabilidad, la resistencia, la atención, la perseverancia y la confianza en uno mismo (autoestima) son clave. Existe el modelo de los cinco grandes (Big Five), que plantea el neocriticismo, la extraversión, la apertura a la experiencia, la escrupulosidad y la tolerancia |
Desde el punto de vista de la psicología profunda, todo lo que el ser humano tiene es porque ha habido un desarrollo previo y él mismo está en constante transformación. Si se comprende a sí mismo, puede integrar conscientemente ese desarrollo en lo creativo y lo productivo, de manera que pueda consolidar la capacidad de relacionarse con sus semejantes que quedó trastornada en la niñez, es decir, el sentimiento de pertenencia, y así obtener el valor para vivir y desarrollarse. ¿Para qué educamos a nuestros hijos?
Según ojeamos los libros de nuestros hijos nos damos cuenta de que se les educa para que sean devotos, obedientes y diligentes en todos los aspectos materiales, pero individuos sin pretensiones en el plano intelectual. No se tiene en cuenta que al terminar el periodo académico los «persuasores ocultos» les vayan a golpear con toda su fuerza.
Hoy en día es importante educar a nuestros jóvenes para que piensen, actúen compartan responsabilidad de manera independiente, tengan consideración mutua, sean capaces de comprender el ayer y el hoy y puedan vivir una vida libre.
Pero antes de los libros de textos vienen los cuentos, que narran atrocidades de otras épocas en las que las relaciones humanas se caracterizaban por la falta de respeto por el otro (egoísmo) y la destrucción mutua. Resulta sorprendente que durante siglos los educadores hayan ignorado estos rasgos en los cuentos infantiles y hayan creído que se trataba de un mundo apto para el niño contemporáneo.
Rara es la vez que las relaciones humanas tienen una proporción razonable en los cuentos de hadas. Todo es patológicamente retorcido y se desfigura.
Desde el principio, la madrastra es la malvada que quiere quitar la vida a su hijastra. La princesa hace que decapiten a sus pretendientes si no son capaces de contestar tres preguntas. Todo lo que contamos a los niños deja huellas en su manera de pensar y de sentir. ¿Por qué sus primeras experiencias con el mundo tienen que ser una pesadilla que solo refleja emociones humanas inamovibles, malicia, traición, venganza y muerte?
Que los adultos somos unos ingenuos en lo que respecta a los libros infantiles se deduce fácilmente de la lista mundial de libros más vendidos para niños. Todos ellos están llenos de seres inhumanos que aceptamos que pasen por la mente del niño.
Uno quiere creer, si se tiene en cuenta la opinión generalizada, que con estos cuentos alimentamos espiritualmente a nuestros pequeños y les infundimos valor y confianza en la vida.
En el futuro debemos crear cuentos humanos para los niños. Hoy en día, los padres observadores ya escogen buenos libros infantiles como, por ejemplo:
Hoy en día sabemos que en las guarderías empiezan a gestarse ya los grandes destinos de la vida social y política.
En el futuro deberían cambiar muchas cosas, sobre todo en nuestras universidades. Dada la escasez de profesores y maestros, los métodos de educación y las máquinas de enseñanza (véase aprendizaje semipresencial y educación en línea) deberían utilizarse a gran escala. Esto no sucede.
Aquellos interesados en los motivos encontrarán las razones en las cabezas de muchos responsables de políticas educativas. A la mayoría solo les interesan este tipo de políticas en las asignaturas en las que experimentaron dificultades. No se aprecia lo suficiente que este tipo de tecnología ofrezca ayuda a nuestra sociedad para superar una serie de necesidades prácticas y hay un rechazo enorme.
En la teoría sobre la opinión pública existe el término espiral del silencio. Véase el efecto del espejo (Looking-glass self, enlace en inglés, de Charles Horton Cooley, 1902).
Del artículo de Wikipedia en alemán: Por lo tanto, la predisposición de muchas personas de admitir su opinión en público depende de la evaluación que haga del clima. Si la propia opinión contradice la opinión generalizada, existen inhibiciones para expresarla y, cuando más pronunciada sea esa opinión, más se inhibe.
De ahí el término de «espiral». Los medios de comunicación y, sobre todo, la televisión, pueden ejercer una influencia considerable en los receptores, es decir, en la opinión pública al presentar la opinión particular de un individuo como la supuesta opinión de la mayoría, creando presión para que no se exprese de otra manera.
La espiral del silencio es un nuevo giro de la investigación sobre los efectos de los medios de comunicación y el «cuarto poder», una hipótesis sobre «los poderosos medios de comunicación».
El mundo escondido (véase Carl Christian Bry, enlace en alemán) es la parte escondida de la sociedad que no mira hacia al futuro y que conserva errores del pasado. Está llena de modelos de pensamiento históricos y pasa por alto el hecho de que estos traen consigo errores congelados en el tiempo. Algunos pueden haber sido verdad y resultan seductores a día de hoy.
De la historia uno debe aprender que el primer deber del pensante no es la adaptación, sino la duda y la comprobación de lo que se le ofrece.
La actitud personal hacia los hechos sociales que suceden hoy en día puede ser de agresión o de adaptación. La adaptación ofrece la oportunidad de opinar y, a menudo, es un requisito previo para la cooperación social. La mayoría de los individuos deben adaptarse necesariamente, pues, de otra manera, la sociedad no funcionaría. La adaptación es cómoda intelectualmente y goza de una serie de beneficios sociales, sobre todo en aquellos países donde la conformidad se ve recompensada (véase también presión de los pares).
La agresión sensata y fundada es agotadora intelectualmente. Hay que desarrollar una alternativa a la teoría del punto de vista (véase Standpoint theory); hay que estar preparado para defenderlo a diario, aunque la otra persona no haga nada más que rumiar consignas conformistas.
La agresión no es ni una cómoda almohada ni la base del éxito social.
Esta postura de autorepresión es tan perjudicial como la del ignorante (redneck, que no es lo mismo que basura blanca).
Erich Fromm (1900-1980) expresaba en su libro «El miedo a la libertad» (traducción del original de 1941 «Escape from Freedom») a partir de la página 198: «Conocerse a uno mismo» es uno de los mandamientos fundamentales, cuyo objetivo es el poder y la felicidad del ser humano y continua con Asser, que además de los mencionados factores da otros que son capaces de confundir los últimos vestigios del pensamiento independiente de la persona adulta media. Con respecto a todas las cuestiones fundamentales de la vida del individuo y de la sociedad, en relación con todos los problemas psicológicos, económicos, políticos y morales, un gran sector de nuestra cultura solo tiene una función: ocultar de qué se trata.
La afirmación de que los problemas son demasiados complicados para que una persona media los pueda entender solo es una cortina de humo. A mí me parece, sin embargo, que muchos de los problemas fundamentales en la vida del individuo y de la sociedad son tan sencillos, pero tan sencillos, que se puede llegar a esperar que cualquiera los entienda.
Entonces, si los pones en un nivel tan complicado que solo un «experto» los puede llegar a entender y en un terreno muy vedado —muchas veces, de forma deliberada— la gente necesita valor para confiar en su propia capacidad de pensar en los problemas verdaderamente importantes. Entonces, el individuo se enfrenta impotentemente a una masa caótica de datos contradictorios y espera con infinita paciencia a que el especialista averigüe qué hay que hacer y qué camino hay que tomar.
Nota EE
Un ejemplo: en los tiempos de Michail Sergejewitsch Gorbatschow siempre me pregunté por qué no ordenó que las ciudades pusieran a disposición terreno urbanizado cerca de parada pública para que se pudieran cultivar huertos si exigía programas regulares en la televisión sobre cómo cultivar verduras para no morir de hambre. En su lugar, yo habría televisado los principios básicos de una economía nacional que dependen de unas pocas personas y los requisitos maleables para el éxito o el fracaso.
En el año 2010 vimos la pobreza extrema de muchas personas en la India y, al mismo tiempo, plástico por todas partes, no solo en las ciudades, y eso me hizo darme cuenta de una cosa: aquí se podría exigir a las empresas que fabrican o importan plástico gravámenes por cada kilo de plástico y, al mismo tiempo, crear centros de recogida de plástico que paguen por la adquisición de residuos plásticos. En poco tiempo el plástico habría desaparecido y muchas personas pobres podrían beneficiarse de ello...
Pero la política raramente es capaz de desarrollar soluciones sencillas. Eso también lo publiqué aquí. Después de todo, en el país en el que vivo, Suiza, conocen los perjuicios derivados y la obligación de recuperar la basura electrónica en los puntos de venta.
Para la mayoría de la gente hoy en día, la amenaza de una guerra es el principal obstáculo para el futuro (véase tercera guerra mundial). Si se analizan las diferentes guerras, todas ellas se han producido únicamente por tres motivos: religión o, más recientemente, intolerancia ideológica (véase lo contrario: tolerancia), complejo de superioridad racial (racismo) y conflictos por el dominio de un territorio.
Como resultado de la ignorancia y de la pereza, la mayoría de los problemas de la vida se resuelven con la ayuda de plantillas; de esta manera, se tiene que pensar menos, pero esto tiene la desventaja de que la imagen de la realidad queda distorsionada. Si observamos con detenimiento, muchos de nuestros juicios, incluso aquellos sobre los que, aparentemente, hemos reflexionado y comprobado, no resultan ser sino estereotipos que no encierran en sí ningún tipo de verdad (véase también los tres venenos (enlace en inglés) del budismo: avaricia, odio y engaño).
Uno de los prejuicios más arraigados es la sobrestimación del propio pueblo y la subestimación del vecino, es decir, el etnocentrismo (véase también eurocentrismo). En cada país —no solo en el nuestro— los niños aprenden la gloriosa historia que aparece en los registros. Esta pseudogloria (glorificación) genera desprecio por los demás y es la clave de la sangrienta historia del nacionalismo y del racismo en todo el mundo.
Los potenciales fascistas o ideólogos son conservadores: personas que se aferran con fuerza a la primacía del hombre sobre la mujer, que están a favor de la pena de muerte, que tratan de expiar los crímenes mediante castigos aún más severos, que abogan por el castigo corporal en la crianza de los hijos y que están convencidos de la maldad innata del ser humano; personas que creen en la inferioridad de los pueblos de color (véase compensación), que piensan que las guerras son inevitables. Personas que adoran el poder y la autoridad y que consideran a los objetores de conciencia locos o traidores, personas que se oponen a la educación sexual y al debate imparcial sobre cuestiones sexuales. Personas que se resisten a darse cuenta de que, con contadas excepciones, todas las personas nacen con las mismas capacidades.
Todo se vuelve aún peor cuando esas opiniones conducen al fanatismo. Como ejemplo de un lugar donde los prejuicios y el fanatismo son los que gobiernan tenemos Oriente Medio.
A la juventud árabe se le envenena desde el primer año de escuela con el odio por los judíos y se les educa en la venganza sangrienta. Unos años después y tras una educación basada en la deshumanización, estos jóvenes ya no serán capaces de hacer otra cosa que bailar alrededor de la horca en la que cuelguen a los judíos.
Lo contrario al fanático no es el hombre indiferente y neutral, sino el humanista que reconoce que el mundo es «plural en verdades» y lo disfruta en toda su diversidad y versatilidad. El humanista es el enemigo de los prejuicios. Sin embargo, este humanista no puede leer a Homero.
En vista de la devastadora violencia de las ideologías fanáticas, cabe cuestionarse como pregunta vital para la supervivencia de los pueblos si el fanatismo puede llegar a extinguirse. Esto no se conseguirá con medias tintas que combatan el fuego de vez en cuando, sino de manera constante.
La intolerancia religiosa, el nacionalismo, el racismo, los problemas sociales sin resolver, el puritanismo sexual, la hipocresía o la «mano dura» en la crianza de los hijos son las fuentes de las que bebe el fanatismo.
El humanismo tiene que luchar en todos los frentes contra la manera de pensar inhumana e intolerante de la que acabamos hablar. Debe afirmar que la no violencia es la única solución a los problemas humanos y que hay tantos puntos de vista como personas en el mundo.
Los deseos globales para la humanidad podríamos resumirlos en paz, libertad, amistad y progreso.
Sin embargo, hay otros sentimientos que muchos de nosotros ligamos a la palabra progreso, por ejemplo, cuando pensamos en oriente. Mientras que en oriente se relaciona con «futuro, esperanza y victoria», en occidente pensamos más bien en «decadencia, corrupción y terror».
En la India, como no puede ser de otra manera, la esperanza significa algo muy diferente que para nosotros. |
Esto provoca comportamientos diferentes: en Oriente, lo que favorece el progreso se acepta y se fomenta. Mientras, nosotros observamos el progreso con sorpresa y construimos un muro de negación a su alrededor. Si la sociedad tiene o no esperanza en el futuro no solo se refleja en su disposición a afrontar los problemas que puedan aparecer, sino también, por ejemplo, en el número de suicidios y en la actitud general ante la vida. Una cultura sin esperanza está en peligro. Si hay una tarea política de primer orden es dar esperanza en el futuro a sus ciudadanos.
Hemos visto que, prácticamente, todos los problemas del futuro están dentro de nosotros mismos. Otros, como la educación orientada hacia el futuro, nos conducen inevitablemente a la meta deseada. Solo nos separa una generación del año 2000 y los padres, políticos y educadores preocupados reflexionan sobre el mundo en el que vivirán sus hijos.
No es ni moral ni socialmente justificable que las posibilidades educativas de un niño dependan de su lugar de residencia ni de la religión de sus padres. Estas reservas educativas no solo deben explotarse cuantitativamente, sino que deberían optimizarse teniendo en cuenta las necesidades especiales del niño. Algunos fracasan en una profesión, cuando hubiesen sido más felices y hubiesen tenido éxito en otra.
Sin embargo, en nuestra sociedad los educadores no tienen prestigio social (véase estatus social) ni un sueldo acorde. Esto tiene sus consecuencias. Solo en una pequeña parte de ellos encontramos al maestro vocacional: la personalidad brillante, ingeniosa y humana.
En el pasado, cuando el progreso tecnológico era inexistente o muy lento, bastaba con preparar a las personas para el presente. Sin embargo, hoy en día la enseñanza no solo debe adaptarse a lo que existe, sino que debe guiar a los niños desde una edad temprana sobre las posibilidades y el futuro.
La rueda del futuro no la giran los contables, sino los utópicos.
En el colegio no hay ninguna asignatura que trate el pensamiento lógico y pocos temas hay más adecuados que el álgebra lógico. ¿Por qué no aprenden a programar los estudiantes de secundaria?
Para hacer frente al futuro, es mil veces más importante conocer los hechos acaecidos en 1933 que lo que sucedió en la antigüedad clásica.
Arnold Toynbee decía a este respecto:
La humanidad no conmemorará nuestra época debido a sus crímenes terribles ni a sus increíbles inventos, sino por un motivo totalmente diferente: desde los albores de la civilización, hace cinco o seis mil años, esta es la edad en la que el ser humano se atrevió a hacer accesible a toda la humanidad las bondades de la civilización.
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