Entre el 66 % y el 75 % de los casos de cáncer colorrectal pueden prevenirse con una dieta y un estilo de vida saludables.
Entre los diferentes tipos de cáncer, el cáncer colorrectal es uno de los que más se ven influidos por la dieta y el estilo de vida.1
Los factores principales que causan el cáncer colorrectal son el consumo de carne (sobre todo, si se ha cocinado y conservado usando productos químicos), consumir ácidos grasos saturados, ácidos grasos trans, azúcar refinado, harina blanca, estar expuestos durante mucho tiempo al agua potable clorada, no hacer suficiente ejercicio físico y padecer obesidad. Es posible que el consumo de cereales y productos lácteos también sea perjudicial para las enfermedades colorrectales, pero hacen falta estudios más específicos para confirmarlo.
Una dieta vegetariana puede prevenir e incluso revertir el cáncer colorrectal gracias a su alto contenido en fitonutrientes y en sustancias que inhiben el crecimiento y la proliferación de las células cancerosas.
Los alimentos ricos en sustancias anticancerígenas son, entre otros, la cúrcuma, el ajo, la sandía, los albaricoques, la guayaba rosa, el pomelo, el escaramujo, los tomates, las uvas, los cacahuetes, las bayas, las cebollas, las manzanas, los frutos secos del cardo mariano, la col, el brócoli, las coles de Bruselas, la coliflor, el daikon o rábano chino, las alcachofas, y la alholva.
Las vitaminas D y E, el ácido fólico y el calcio tienen efectos protectores específicos contra el cáncer colorrectal.
Un artículo que no solo veganos y vegetarianos deberían leer: La dieta vegana puede no ser saludable. Errores de nutrición. |
Aproximadamente, se diagnostica cáncer colorrectal a unas 1 235 108 personas al año y 609 051 mueren a causa de esta enfermedad. La Organización Mundial de la Salud calcula que el número de nuevos diagnósticos de cáncer colorrectal ha aumentado un 77 % y estima un aumento del 80 % del número de muertes para el año 2030.2
¿Cáncer colorrectal, cáncer de colon o cáncer de recto? ¿Cuál es la diferencia?
La mayoría de las veces, los términos «cáncer colorrectal» y «cáncer de colon» se usan indistintamente porque, anatómicamente, el recto representa los últimos 12 cm del colon.
Las diferencias principales entre el cáncer de colon y el de recto se basan en la anatomía del órgano, en si es genético o no, en la invasión de los tejidos circundantes y en el enfoque quirúrgico del tratamiento.
Sin embargo, los factores de riesgo, las posibles causas y el impacto de la dieta en ambos casos son relativamente similares.27
En sus estudios, Craig Venter, un pionero en la investigación del genoma, explica la complejidad de la biología humana y cómo, al contrario de lo que se suele pensar, los genes no tienen tanto impacto en las condiciones de vida. Los genes pueden proporcionar información útil sobre los riesgos de padecer una enfermedad, pero, en la mayoría de los casos, no definen la verdadera causa de la enfermedad, ni tampoco su incidencia. Las condiciones de vida vienen determinadas por los factores ambientales y por la interacción completa entre todas las células del cuerpo humano.4
Los estudios con gemelos idénticos han tenido resultados similares y demuestran que el origen de la mayoría de enfermedades crónicas se encuentran en el entorno y no en nuestros genes.5
Willett (2000) investigó la correlación entre las muertes por cáncer y la dieta y estableció que el cáncer colorrectal se encuentra entre los tipos de cáncer que más se ven afectados por la nutrición.6
Según Willett el 75 % de las muertes por cáncer de próstata se podrían haber evitado con un cambio en la dieta. Lo mismo sucede con el 70 % de las muertes por cáncer colorrectal y con el 50 % de las muertes por cáncer de páncreas, de vesícula biliar, de endometrio y de mama.
Se cree que una ingesta energética excesiva es una de las razones principales por las que la dieta tiene un impacto tan grande en la mayoría de los cánceres.
Algunos estudios realizados en animales han demostrado que «el impacto de la restricción energética puede ser considerable (por ejemplo, una reducción del 30 % en la ingesta redujo los tumores mamarios un 90 %).»6 Aunque sea necesario hacer estudios con humanos, este podría ser un buen punto de partida para comprender el impacto de la dieta en el cáncer en general y en el desarrollo del cáncer colorrectal en particular.
La incidencia del cáncer ha aumentado de forma paralela al desarrollo económico.
La mayoría de los casos de cáncer colorrectal se da en países industrializados, aunque las tasas de incidencia están creciendo a gran velocidad en los países menos desarrollados, a medida que adoptan el estilo de vida occidental.7
La mayor parte de las sustancias que consumimos y que son capaces de producir cáncer provienen de los alimentos, de los aditivos y de cocinar los alimentos:
El estudio EPIC (European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition en inglés), realizado con un grupo de 478 040 personas procedentes de diez países europeos, demostró que el cáncer colorrectal está estrechamente relacionado con el consumo de carne roja y carne procesada.
Tras un periodo de 4,8 años, 1329 de los 478 040 participantes en el estudio desarrollaron cáncer colorrectal.
Tras tener en cuenta algunos factores, como la edad, el género, las fuentes de energía, la altura, el peso, la actividad física, si fumaban o no, el consumo de fibra dietética, de ácido fólico y de alcohol, los investigadores llegaron a la conclusión de que consumir más de 20 gramos de carne roja o procesada al día supone un riesgo mayor de sufrir cáncer colorrectal, y esta correlación aumenta si se consumen más de 160 gramos de carne roja o procesada al día.
El cáncer colorrectal es uno de los tipos de cáncer que están relacionados directamente con la obesidad y el sobrepeso.
Tras 16 años de seguimiento, en un estudio10 realizado con 900 000 estadounidenses que no tenían cáncer, se registraron 57 145 muertes por cáncer. Usando modelos de investigación que controlaban otros factores de riesgo, el estudio demostró que el índice de masa corporal estaba estrechamente relacionado con tasas más altas de muertes por cáncer colorrectal.
Esto se debe a la actividad del NF-κB, un complejo proteico que participa en la transcripción del ADN, en la supervivencia celular y en las respuestas celulares a los estímulos externos. La hiperglucemia y algunas sustancias producidas por las células grasas alteran la función del NF-κB, lo que puede provocar cáncer y otras enfermedades inmunológicas.
El síndrome metabólico representa la expresión de al menos tres de las siguientes afecciones médicas: exceso de grasa alrededor de la cintura, hipertensión, hiperglucemia, niveles de triglicéridos séricos altos y niveles bajos de lipoproteínas de alta densidad (HDL en inglés).
El síndrome metabólico en sí mismo o junto con la esteatohepatitis no alcohólica supone un riesgo significativo de desarrollar cáncer colorrectal.11
Todavía no se ha establecido ninguna correlación entre el consumo de lácteos y el riesgo de padecer cáncer colorrectal. Hoy en día, la información al respecto sigue siendo contradictoria, lo que dificulta la elaboración de recomendaciones en materia de salud pública.
El mejor argumento a favor del consumo de lácteos para prevenir el desarrollo de cáncer colorrectal es que la leche es rica en calcio. Por otro lado, en algunos estudios más exhaustivos de los que hablamos aquí y aquí, se demuestra que el cuerpo humano absorbe muy poca cantidad del calcioque contiene la leche.
Además, el consumo de lácteos puede llegar a aumentar la pérdida de calcio en los huesos y es probable que la capacidad del calcio de la leche de prevenir el cáncer colorrectal se vea anulada por la gran cantidad de grasa que contienen los productos lácteos.
Aunque el estudio EPIC (enlace en inglés), uno de los estudios más importantes que investigan la relación entre la dieta, el estilo de vida y varios tipos de cáncer, llegó a la conclusión de que los lácteos pueden tener una función protectora cuando se trata del cáncer colorrectal, otros estudios prospectivos (enlace en inglés) han demostrado que, a pesar de ser ricos en calcio, la leche y los lácteos son perjudiciales para las personas que padecen enfermedades colorrectales.
La falta de actividad física se relaciona con la mayoría de las enfermedades crónicas y se ha demostrado que llevar un estilo de vida sedentaria tiene un impacto significativo en el caso del cáncer colorrectal.11
Se ha observado una reducción de casi el 50 % en la incidencia de casos de cáncer colorrectal entre aquellos con niveles de actividad física más altos.13
Las principales razones por las que la falta de actividad física facilita el desarrollo del cáncer colorrectal son las siguientes:
Desde 1970, numerosos estudios científicos han demostrado que consumir ciertas frutas y verduras con regularidad puede tener un efecto protector contra el cáncer.
Ha quedado probado que más de 25 000 de sustancias vegetales diferentes (fitoquímicos) pueden influir en varios cánceres. La ventaja de estos fitoquímicos es que son seguros y suelen afectar a diferentes funciones celulares de forma simultánea.
Los fitoquímicos que tienen un impacto significativo en el cáncer colorrectal son los siguientes:
Fitoquímico | Acción | Encontramos cantidades significativas en: |
Disulfuro de dialilo (enlace en inglés) | Inhibe el crecimiento y la proliferación de las células cancerosas en el colon (estudios en humanos y en ratas | Ajo |
Carotenoides (especialmente el licopeno | Propiedades anticancerígenas demostradas en tumores in vitro e in vivo, así como en humanos Ayudan en el proceso de desintoxicación Interfieren en la proliferación de las células Facilitan la comunicación celular Impiden que las células cancerosas se multipliquen | Sandía, albaricoques, guayaba rosa, pomelo, escaramujo y tomates |
Resveratrol | Impide el crecimiento de los tumores Actualmente, las sustancias con una estructura química similar a la del resveratrol se producen como «posibles agentes terapéuticos y quimiopreventivos contra el cáncer».13 | Uvas, cacahuetes, vayas |
Quercetina | Propiedades antioxidantes y antiinflamatorias Detiene la multiplicación celular Regula la muerte de las células viejas y enfermas Retrasa la activación del NF-κB | Cebollas y manzanas |
Silimarina | Propiedades antioxidantes y antiinflamatorias Protege el hígado Puede revertir, suprimir o prevenir la evolución del cáncer (estudios con roedores) | Fruta seca del cardo mariano (Silybum marinum) |
Indole-3-carbinol (enlace en inglés) y sulforafano (SFN) (enlace en inglés) | Metabolizan y eliminan la toxicidad de los carcinógenos, incluidos los estrógenos | Col, brócoli, coles de Bruselas, coliflor, rábano daikon y alcachofas |
Diosgenina | Impide la proliferación de las células Provoca la muerte controlada de las células cancerosas Elimina la inflamación intestinal | Alholva |
La curcumina es el compuesto principal de la cúrcuma (ingrediente del curry en polvo) y también está presente, en cantidades más pequeñas, en el jengibre.
Se han publicado más de 3000 estudios que demuestran el efecto de la curcumina contra el cáncer en general, pero también existen muchos otros que han examinado sus efectos contra el cáncer colorrectal, en particular. La curcumina elimina la inflamación, interactúa con una gran variedad de proteínas y modifica su actividad y tiene un efecto directo sobre la supervivencia celular, su proliferación e invasión, así como sobre la angiogénesis (formación de nuevos vasos sanguíneos).
Dos de los principales estudios que investigan sobre este tema destacan los efectos de la curcumina contra el cáncer colorrectal.
La fibra alimentaria es un componente vegetal que encontramos en los cereales integrales, en las legumbres y guisantes secos y en las verduras. El cuerpo humano no puede digerirla ni absorberla, por eso pasa por el estómago, el intestino delgado y el colon prácticamente intacta.
Algunos estudios han demostrado que la fibra puede influir en el desarrollo del cáncer porque:
Aunque se ha demostrado el efecto beneficioso de la fibra contra el cáncer colorrectal, la fuente de la fibra sigue siendo un tema controvertido.
Gracias a la fibra, a los macronutrientes, a las vitaminas y a los minerales que contienen, se considera que los cereales integrales resultan efectivos para prevenir el cáncer colorrectal.
Los cereales integrales contienen antioxidantes quimiopreventivos, como la vitamina E, tocotrienoles, ácidos fenólicos, lignanos y ácido fítico. Los cereales integrales contienen menos antioxidantes que algunas bayas, pero más que la mayoría de frutas y verduras.16
Además, se ha demostrado que los cereales integrales ayudan a mantener un nivel estable de glucosa en sangre, algo muy importante, ya que la hiperglucemia es un factor de riesgo significativo de padecer cáncer de colon.17
No obstante, tras tener en cuenta la acción combinada del resto de factores de riesgo, algunos estudios6 han demostrado que el consumo de cereales integrales no reduce el riesgo de desarrollar cáncer de colon.
Es más, también existen estudios que defienden la idea de que los cereales podrían estar relacionados con un riesgo más alto de desarrollar cáncer de colon.6
Varios estudios sobre los factores nutricionales y ambientales que tienen un efecto importante contra el cáncer de colon subrayan la importancia de determinadas vitaminas y minerales para prevenir y tratar esta enfermedad.
De entre todos los tipos de cáncer, el cáncer colorrectal es al que más afectan los niveles de vitamina D en la sangre. Cuanto mayor es la ingesta de vitamina D, menor es el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal.
En diferentes estudios individuales, los suplementos de vitamina E se relacionan con un riesgo reducido de sufrir cáncer de colon.19
La capacidad del selenio de reducir el riesgo de desarrollar diferentes tipos de tumores se ha demostrado, principalmente, en estudios con animales.20 Los estudios observacionales realizados con varias poblaciones han demostrado una relación inversa entre el selenio y el cáncer de colon,21 y los estudios experimentales han probado una reducción rápida y significativa de la incidencia de casos de cáncer de colon entre los sujetos que recibieron suplementos de selenio.6
La primera vez que se demostraron los efectos beneficiosos del calcio para reducir el riesgo de desarrollar cáncer de colon fue en estudios con animales.
Aunque algunos investigadores aseguren que «se registró un impacto débil o moderado en los ensayos clínicos con humanos»,22 en algunos estudios se observan cambios importantes en el tejido colónico y un riesgo significativamente reducido de desarrollar cáncer colorrectal en los hombres y las mujeres que tomaron 2g de calcio de forma diaria y/o 800 UI (20 µg) de vitamina D durante un periodo de seis meses.23
Varios estudios han asociado un consumo menor de ácido fólico con un riesgo mayor de desarrollar cáncer de colon y en algunos informes se ha probado que el uso de suplementos multivitamínicos que contienen ácido fólico puede reducir el riesgo de padecer cáncer de colon.23
Sin embargo, basándose en los datos recopilados en el Estudio de la Salud de las Enfermeras (NHS por sus siglas en inglés), los investigadores han demostrado que, a pesar de que los resultados de la suplementación de ácido fólico no son significativos en los primeros 15 años, el efecto es considerable a partir de ese momento (el riesgo es un 75 % más bajo).24
© CC-by 2.0, Collage Catalina Sparleanu, PhD, Foundation Diet and Health Switzerland | Mantenga su peso entre los límites recomendados (IMC 19–25 kg/m2). Realice actividad física (de forma moderada o intensa) durante un mínimo de 30 minutos, al menos, 5 días a la semana. Siga una dieta basada en frutas y vegetales. Sustituya la carne y los lácteos con pescado, frutos secos y legumbres. Consuma grasas insaturadas. Limite el consumo de alcohol. Deje de fumar. Asegúrese de que sus niveles de ácido fólico y de vitaminas D y E son normales. Consuma cereales integrales. No consuma productos procesados ni refinados. Coma frutas, vegetales y especias que tengan efectos digestivos. |
En algunas situaciones, el cáncer colorrectal se puede heredar. Se considera que el componente genético de esta enfermedad es relevante cuando:
Además, existen otras enfermedades y situaciones que también pueden aumentar el riesgo de desarrollar cáncer colorrectal: presencia de pólipos benignos en los intestinos, colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn, diabetes, acromegalia, cálculos biliares, infecciones de Helicobacter pylori y del virus del papiloma humano y exposición a la radiación.25
Es necesario realizar pruebas de detección de forma regular, ya que el diagnóstico genético solo puede identificar una pequeña parte de todas las mutaciones genéticas que pueden causar cáncer colorrectal.
Las personas que no tengan factores de riesgo de cáncer colorrectal deberían empezar a realizarse pruebas de detección a partir de los 50 años, y repetirlas cada diez años. Las que tengan un riesgo mayor debido a la historia familiar, a enfermedades inflamatorias intestinales o por cualquier otra enfermedad heredada deben comenzar a realizarse las pruebas antes de los 50 y repetirlas con más frecuencia.
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