El cáncer de mama lleva muchos años en reconocerse. Los cambios en el estilo de vida pueden prevenir el desarrollo de cáncer de mama.
Pueden pasar muchos años desde que la primera célula empieza a multiplicarse de forma errática y la formación de un bulto. Durante ese periodo, los cambios en el estilo de vida y una dieta saludable pueden evitar que el cáncer siga desarrollándose.
Son varios los estudios que han probado que fumar y consumir alcohol y productos de origen animal son factores de riesgos para el desarrollo del cáncer de mana.1 A pesar de ser un tema controvertido, muchos estudios científicos han confirmado el impacto negativo de la leche y de los productos lácteos en el desarrollo de este tipo de cáncer.
Asimismo, se ha demostrado que una dieta vegana reduce de forma significativa el riesgo de padecerlo. Los científicos recomiendan consumir crucíferas, ya que estas no solo ayudan a prevenir el desarrollo del cáncer de mama, sino también de cualquier tumor ya diagnosticado.2 También se ha demostrado que el consumo de linaza, fibra dietética3 y bayas tiene efectos positivos en la prevención del cáncer de mama.
Un artículo que no solo veganos y vegetarianos deberían leer: La dieta vegana puede no ser saludable. Errores de nutrición. |
Cada año se diagnostica cáncer de mama a unas 230 000 mujeres en Estados Unidos. 40 000 de ellas fallecen.4 Como muchos otros tumores, el cáncer de mama comienza con la división de una sola célula. Con cada división, un tumor puede duplicar su tamaño.5 Este proceso puede llegar a durar días o incluso,años.
El cáncer se desarrolla en tres fases:
Las glándulas mamarias se encuentran en constante cambio, desde el útero materno hasta la menopausia. Una modificación epigenética se puede producir durante cualquiera de las fases de la vida, pero sucede principalmente en el desarrollo fetal, la pubertad y el embarazo, y tanto el estilo de vida como la dieta influyen. Dicha mutación puede aumentar el riesgo de desarrollar un cáncer.
La epigenética estudia los efectos genéticos que no están codificados en la secuencia del ADN de organismo, de ahí el prefijo griego epi- (en griego: επί- sobre, fuera de, alrededor). Tales efectos en los rasgos fenotípicos celulares y fisiológicos pueden deberse a factores externos o ambientales que activan o desactivan genes e influyen en la manera en que las células los expresan. Estas alteraciones pueden ser hereditarias o no, aunque el uso del término «epigenética» para describir los procesos hereditarios es controvertido.
El término también se refiere a los cambios en sí mismos: cambios relevantes a nivel funcional para el genoma que no suponen un cambio en la secuencia de nucleótidos. Algunos ejemplos de mecanismos que producen los cambios que acabamos de mencionar son la metilación del ADN y la modificación de las histonas. Cada una de ellas altera cómo se expresan los genes sin alterar la secuencia de ADN subyacente. La expresión génica puede controlarse a través de la acción de las proteínas represoras que se unen a las zonas en las que se produce el silenciamiento génico del ADN. Estos cambios epigenéticos pueden mantenerse en todas las divisiones celulares y durante toda la vida de la célula y también pueden suceder durante varias generaciones, a pesar de que no suponen cambios en la secuencia del ADN subyacente del organismo. En su lugar, los factores no genéticos causan que los genes del organismo se comporten (o se expresen) de forma diferente. 6
Por este motivo, la dieta y los alimentos que consumimos pueden afectar de forma continuada a nuestras probabilidades de padecer cáncer de mama años o incluso generaciones más tarde.7
El «Harvard Report on Cancer Prevention» (Informe Harvard sobre prevención del cáncer) investigó el impacto de diversos factores en el desarrollo del cáncer y determinó cuáles eran las áreas de mayor riesgo. El informe incluye la dieta y el estilo de vida (p. ej., hábitos alimentarios, tabaco, falta de ejercicio, consumo de alcohol y una dieta rica en sal y aditivos alimentarios) como los factores principales (69 % *) en el desarrollo del cáncer.
Tal y como cabría esperar, cuando los estudiamos de forma individual, la iniciación y el desarrollo de cada tipo de cáncer se ve determinada por un cúmulo de causas y factores de riesgo en concreto y cada uno tiene una relevancia diferente.
En lo que respecta al cáncer de mama, los factores de riesgo comprenden los hábitos alimentarios (consumo de carne, grasas saturadas y productos lácteos en contraposición con una dieta vegana), el consumo de alcohol y el peso corporal.
Si se tiene en cuenta el hecho de que muchos cánceres de mama vienen determinados genética y epigenéticamente, resulta esencial seguir una dieta que no solo prevenga su iniciación, sino que, aún más importante, también inhiba la fase de promoción (multiplicación errática de las células cancerosas).
En 2010, la Organización Mundial de la Salud determinó que el consumo de alcohol supone un riesgo evidente de padecer cáncer12. Esto ha quedado demostrado en más de 100 estudios. Aunque la mayoría de las conclusiones se basaran en los efectos de un consumo moderado y alto de alcohol, recientemente se ha demostrado que incluso un consumo bajo (una bebida al día, como mucho), puede, potencialmente, incrementar el riesgo de padecer cáncer de mama.
Esto se produce por el metabolismo del alcohol. Durante el proceso de degradación del alcohol se forma una sustancia muy tóxica conocida como acetaldehído, que se considera que promueve diferentes tipos de cáncer.
El alcohol se metaboliza por distintos procesos y vías. La vía más común implica dos enzimas, la alcohol deshidrogenasa (ADH) y la aldehído deshidrogenasa (ALDH) Estas enzima facilitan la ruptura de la molécula de alcohol y hacen posible que el organismo pueda eliminarla. Para empezar, la ADH metaboliza el alcohol en acetaldehído, un cancerígeno muy tóxico. Después, en un segundo paso, el acetaldehído continúa metabolizándose y se convierte en otro subproducto, el acetato, que después se descompone en agua y dióxido de carbono para facilitar su eliminación. (National Institute on Alcohol Abuse and Alcoholism, 2007)
Durante este proceso, pueden producirse problemas en cualquiera de estas fases (p.ej., metabolización ineficiente de las sustancias, problemas de eliminación o una cantidad de alcohol tan alta que no se puede metabolizar de forma eficaz) que deriven en un exceso de acetaldehído y mayores niveles de toxicidad.
Asimismo, el alcohol incrementa los niveles de estrógenos y de otras hormonas que se asocian a ciertos tipos de cáncer de mama.
Con solo tres bebidas alcohólicas a la semana, las probabilidades de desarrollar cáncer de mama aumentan. Para aquellas mujeres que ya hayan sido diagnosticadas con estadios tempranos, la incidencia recurrente es mayor.
Las aminas heterocíclicas (AHC) son químicos que se forman cuando los alimentos de origen animal (p.ej., pescado, ternera, cerdo o aves de corral) se someten a procesos de cocción a altas temperaturas (a la parrilla, al horno, fritos). Cuanto más tiempo se calienta la carne a altas temperaturas, más aminas heterocíclicas se forman.
El PhlP (2-Amino, 1- metilo, 6- fenilimidazo [4, 5-b] piridina) es una de las aminas heterocíclicas (AHC) más habituales en la carne cocinada. El PhlP aparece a altas temperaturas debido a la reacción que se produce entre la creatina o creatinina (que se encuentra en el músculo de la carne), los aminoácidos y azúcares. La formación de PhlP aumenta con la temperatura y duración del cocinado y depende del tipo de cocción y de carne. El Departamento de Salud y Servicios Humanos determinó según el «Informe sobre carcinógenos» (12ª edición, página 222 del 2011) que el PhlP debe considerarse como un carcinógeno potencial para el ser humano. La Agencia Internacional para la investigación sobre el cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), que forma parte de la OMS, ya clasificó en el año 1997 el PhlP como carcinogénico dentro del grupo 2B (posiblemente carcinógeno en humanos). Sobre el potencial cancerígeno del PhlP hay suficientes indicios, según experimentos llevados a cabo en animales y modelos invitro. ¿Qué opinamos? No se han realizado experimentos en seres humanos. ¿A quién le interesa que esto siga así? De esta forma, se queda en eso, en «posiblemente».
El PhIP (2-Amino, 1- metilo, 6- fenilimidazo [4, 5-b] piridina) es uno de las AHC que aparecen con más frecuencia en la carne que se procesa a altas temperaturas. Similar al estrógeno, se une a receptores especiales en las células cancerígenas del pecho y estimula su crecimiento.
Dos estudios importantes respaldan estas conclusiones:
En casos de sobrepeso, una dieta saludable no tiene por qué significar una reducción del riesgo de padecer cáncer de mama. Un estudio realizado en 2004 en unas 9000 mujeres17 señaló que, cuando el IMC es inferior a 25 kg/m2, una dieta saludable puede reducir el riesgo de padecer cáncer de mama. Sin embargo, no se advirtió un impacto significativo cuando el IMC superaba los 25 kg/m2.
Algunos estudios epidemiológicos también han probado que la obesidad durante el embarazo favorece esa misma obesidad en los hijos, lo que a su vez puede afectar al riesgo de padecer cáncer de mama de la siguiente generación.7
Un consumo elevado de hidratos de carbono refinados provoca niveles elevados de insulina. Los niveles de insulina elevados de forma crónica pueden aumentar a su vez la formación de IGF-1 (factor de crecimiento insulínico de tipo 1), que estimula la proliferación y el crecimiento celular.16
El Estudio prospectivo europeo sobre el cáncer y la nutrición (EPIC, por sus siglas en inglés), que registró y analizó los hábitos alimenticios de 15 352 mujeres a lo largo de seis años, mostró que una dieta que se caracterizaba por el consumo elevado de carne procesada, pescado, mantequilla, grasas animales y margarina era la responsable de más del 42 % del total de grasas. Esto, a su vez ,se relacionó con un mayor riesgo de padecer cáncer de mama.18
Hay múltiples estudios que relacionan directamente el consumo de leche con el desarrollo de cáncer de mama, pero todavía es un tema controvertido y se necesita más investigación científica.
Los principales motivos por los que la leche puede tener un impacto tan importante en el desarrollo del cáncer son los siguientes:
Basándose en los factores de riesgo que hemos mencionado previamente, algunos investigadores del American Institute for Cancer Research (Instituto Estadounidense para la Investigación del cáncer)1 redactaron una lista de recomendaciones para la prevención del cáncer de mama. Las cuatro más importantes son seguir una dieta vegana, no fumar (ni masticar tabaco), realizar actividad física de forma habitual y no beber alcohol.
Algunos investigadores han descubierto que las crucíferas como, por ejemplo, el brócoli o las coles de Bruselas, no solo previenen el desarrollo del cáncer de mama, sino que también ayudan a combatir los tumores que ya existan. Las crucíferas son ricas es sulforafano, una sustancia que activa las enzimas de desintoxicación del organismo que se encuentran en el hígado. Estas ayudan a neutralizar las aminas heterocíclicas (AHC)
Un estudio realizado en personas que no seguían una dieta vegana mostró que el nivel de AHC en la orina es inferior cuando se consumen tres tazas de brócoli o de coles de Bruselas al día además de su comida habitual con carne.2
La mayoría de los estudios asocian una mayor ingesta de isoflavonas de soja con un riesgo inferior de padecer cáncer de mama. Sin embargo, otros estudios afirman que esto solo se aplica la población asiática y que entre las mujeres occidentales un incremento en el consumo de soja no tiene ningún tipo de impacto en el riesgo de padecer cáncer. 22
Además, debido al potencial de actividad estrogénica, preocupa que el consumo de soja pueda incrementar el riesgo de padecer cáncer de mama en mujeres posmenopaúsicas. Sin embargo, los ensayos clínicos llevados a cabo en periodos de entre uno y tres años han probado que la soja no afecta a la densidad de la mama.
El consumo de fibra dietética tiene un impacto significativo en los receptores de estrógeno negativos del cáncer de mama.
En un estudio, algunos investigadores de la Universidad de Yale probaron que las mujeres premenopáusicas que consumían más de seis gramos de fibra al día (una taza de alubias negras) tenían un 62 % menos de riesgo de padecer cáncer de mama que las mujeres que consumían solo cuatro gramos.
Los lignanos son fitonutrientes (fitoestrógenos) con una estructura y un impacto similar al del estrógeno. Como consecuencia, se adhieren a los receptores de estrógeno de las células. Pero, a diferencia del estrógeno más agresivo, el efecto de los lignanos es más débil.
Dado que los lignanos ya ocupan los receptores, el estrógeno agresivo que produce cáncer de mama no puede poner en marcha sus efectos carcinogénicos y el organismo termina degradándolo.
Los alimentos más ricos en lignanos son la linaza, las bayas, los granos de cereal, los frutos secos y el brócoli.
En dicho estudio se analizó a 45 mujeres con alto riesgo de desarrollar cáncer de mama. Se les pidió que consumieran dos cucharadas de linaza al día y se les realizaron biopsias del tejido mamario al inicio del estudio y pasado un año.
Al finalizar el estudio y basándose en los niveles bajos de Ki-67 que se registraron, el 80 % de ellas tenía un riesgo inferior de desarrollar el cáncer. El Ki-67 es un indicador de la proliferación celular.
Así pues, el Erb Muesli es el desayuno perfecto y una manera muy saludable de comenzar la transición a una dieta que tenga la capacidad de prevenir o revertir el cáncer de mama, sobre todo por la cantidad de lignanos que contiene.
El hígado convierte en 25-hidroxivitamina D (250HD) tanto la vitamina D que sintetizamos con la exposición al sol como la que consumimos en nuestra dieta.
Sin embargo, el Estudio de la salud de las enfermeras (NHS, por sus siglas en inglés), que analizó a 90 000 individuos y tuvo un seguimiento de 14 años, mostró que una ingesta superior de vitamina D solo tenía un impacto relevante en mujeres premenopáusicas, mientras que su efecto era irrelevante en mujeres posmenopáusicas.
Una dieta basada en alimentos vegetales aporta fibra valiosa, así como vitaminas y minerales. Por el contrario, los alimentos de origen animal, como la carne, el pescado o los huevos, no aportan prácticamente fibra. A pesar de que el consumo de calorías suele ser mayor cuando una persona consume productos de origen animal, su organismo puede quedarse rápidamente desprovisto de muchos nutrientes vitales que se encuentran en plantas, frutos secos, semillas y legumbres.
Asimismo, los alimentos integrales y las dietas basadas en vegetales tienden a promover un índice de masa corporal saludable, que a su vez se asocia con un menor riesgo de padecer cáncer de mama.
Encontrará más información sobre el impacto que los alimentos crudos pueden tener en su organismo aquí.
Bodai y Tuso24 han realizado una serie de recomendaciones dietéticas diarias basándose en una serie de estudios exhaustivos realizados en personas que han superado el cáncer. El objetivo de estas recomendaciones es ayudar a mejorar la salud general, evitar el desarrollo de distintos tipos de cáncer y aumentar las tasas de supervivencia a largo plazo de aquellas personas a las que ya se les ha diagnosticado:
Disminuir o eliminar | Aumentar |
Hidratos de carbono poco saludables | Hidratos de carbono saludables |
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Grasas poco saludables | Grasas saludables |
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sal, carne, productos lácteos y alcohol |
Es importante reflexionar antes de generalizar sobre el impacto de la dieta en el cáncer de mama. Los resultados de muchos de los estudios tienen una correlación directa con un tipo de cáncer de mama determinado, se aplican a grupos de mujeres específicos y dependen de la etapa vital de la paciente (p. ej. premenopáusica o posmenopáusica).
Otros factores, como la cantidad de un nutriente en particular, el momento, su relación con otros nutrientes, el historial vital o la dieta durante las primeras etapas de la vida también pueden alterar de forma significativa el impacto de la dieta en el cáncer de mama.
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