Las personas veganas que consumen suficientes frutos secos, verdura y frutas ingieren más cantidad de vitaminas del grupo E que la media de las personas que siguen una dieta omnívora.
El término vitamina E recoge 16 sustancias liposolubles que tienen efectos antioxidantes y no antioxidantes. El alfa tocoferol es la forma más conocida.
Solo las plantas son capaces de sintetizar vitamina E. Además, los productos de origen vegetal también contienen mucho más tocoferol que los de origen animal. Lo más habitual es encontrar la vitamina E en forma de tocoferoles y tocotrienoles. Las distintas formas se diferencian en la función de vitamina E que realizan y se pueden expresar en equivalentes al alfa tocoferol por cada 100 gramos de alimento.1
Por ejemplo, la vitamina E se puede encontrar en frutos secos como las almendras (25,6 mg/100g) y las avellanas (15), en verduras como la berza (2,3), las espinacas (2), el aguacate (2), la acelga (1,9) o los espárragos (1,1) y en frutas como el mango (0,9) o las frambuesas (0,8).2 Otras fuentes son las semillas y sus respectivos aceites, como las semillas de girasol (35,0) y el aceite de girasol (41,0).
La vitamina E es relativamente estable al calor. Por ejemplo, aunque se caliente durante varias horas a temperaturas de hasta 180 grados, solo se pierde entre el 15 y el 60 % de la vitamina.
La vitamina E compone las membranas celulares y protege los lípidos de las membranas y las lipoproteínas de la descomposición de los radicales. Este efecto también se produce en grasas y aceites, pues la vitamina E los fortalece del mismo modo y evita su oxidación.
La cantidad diaria necesaria de vitamina E se basa en la ingesta de ácidos grasos poliinsaturados. Podemos encontrar diferentes recomendaciones que oscilan entre los 11 y los 15 gramos de equivalentes al alfa tocoferol al día.
En la actualidad, no es habitual encontrarse casos de deficiencia de esta vitamina en Europa, ya que el hígado y el tejido adiposo pueden almacenar cantidades notables. Las deficiencias probadas se deben por lo general a enfermedades que alteran la ingesta y absorción de grasas. Una hipovitaminosis de este tipo se manifiesta con problemas de concentración, sequedad en la piel, fatiga, bajo rendimiento, problemas de cicatrización, irritabilidad y circunstancias que favorecen la aterioesclerosis.
El exceso de vitamina E se expulsa en su forma hidrosoluble a través de los riñones. Dado que la vitamina E tiene una toxicidad muy baja, podemos encontrar recomendaciones de hasta 270 miligramos al día. Estas recomendaciones se hacen, por ejemplo, a pacientes con eccemas, ya que se produce una mejora significativa en los síntomas.3
Una de las funciones más importantes de la vitamina E es la de actuar como antioxidante, que en este caso consiste en proteger de la oxidación a los ácidos grasos poliinsaturados que se encuentran en los lípidos de las membranas, en las lipoproteínas y en los depósitos de grasa (peroxidación lipídica). Los radicales libres atacan a los dobles enlaces de los ácidos grasos que se encuentran en las membranas celulares y organulares y destruyen así la célula misma en el curso de las reacciones. En este caso, la vitamina E actúa como un captador de radicales. Al entregar un electrón al radical que el radical neutraliza, se convierte él mismo en radical. Sin embargo, la vitamina E como radical es inerte. Posteriormente, la vitamina C reduce al radical de la vitamina E, que luego vuelve a su estado original y a estar disponible como antioxidante.
La vitamina E está implicada en el control de las glándulas sexuales, por lo que también se la considera una vitamina antiesterilidad.1,4,5
En los alimentos naturales, el γ-tocoferol (gamma-tocoferol) es más abundante que el α-tocoferol. Tiene un efecto antiinflamatorio particularmente fuerte. Por ello, es capaz de neutralizar especies de nitrógeno. Estas especies de nitrógeno son radicales libres derivados del nitrógeno y son los principales causantes de la aterosclerosis y otras enfermedades celulares y tisulares, incluido el cáncer.
Al parecer, se han realizado muy pocos estudios científicos sobre los 16 subgrupos de la vitamina E. Por este motivo, los conocimientos que se tienen sobre la relevancia fisiológica de los mismos son limitados. El α-tocoferol es, hasta el momento, la sustancia más estudiada en este contexto. Sin embargo, es de suponer que los 16 subgrupos son importantes para que la vitamina sea fisiológicamente significativa. La suplementación de un solo subgrupo, que suele ser el α-tocoferol, produce un desplazamiento de los subgrupos que se encuentran en estado natural y, de esta manera, una proporción no fisiológica en las concentraciones en el organismo. Para obtener las 16 variantes y, de esta manera, garantizar un suministro óptimo de la vitamina, es importante consumir productos naturales.
La tasa de absorción de la vitamina E se encuentra entre el 25 y el 60 %. La biodisponibilidad de las vitaminas lipofílicas depende de la cantidad, del tipo y de las reservas de grasas dietéticas, así como de la presencia de ácidos biliares y esterasas del páncreas.
La absorción de la vitamina E se lleva a cabo en el intestino al mismo tiempo que la de las grasas. De ahí, la vitamina E pasa al hígado. Este produce VLDL (lipoproteínas de muy baja densidad) para transportar la vitamina E a través del torrente sanguíneo hasta las células objetivo.
La forma de vitamina E que mejor puede almacenar el organismo es el alfa tocoferol. Esto se debe a la proteína transportadora de alfa tocoferol que podemos encontrar en el hígado, que es la responsable de transportar la vitamina E gracias a las VLDL por el torrente sanguíneo y que es la que mayor afinidad con el alfa tocoferol tiene.
El volumen total de vitamina E en el cuerpo es de entre dos y cinco gramos. En las partes del cuerpo que almacenan la vitamina (hígado, musculatura, tejido adiposo y tejido nervioso) podemos encontrarla en las mitocondrias, en los microcromosomas y en los núcleos de las membranas celulares.1,4
La vitamina E pertenece a la familia de compuestos poliprenoides. En estado natural tiene ocho diferentes formas de isómeros: cuatro tocoferoles y cuatro tocotrienoles. Todos ellos tienen un anillo aromático, llamado cromano, con un grupo hidroxilo y una cadena polipronoide saturada. Si dicha cadena es saturada, los isómeros son tocoferoles, y si es insaturada, son tocotrienoles.
Existen formas alfa α, beta β, gamma γ y delta δ para ambos isómeros, y se determina por el número de grupos metílicos en el anillo aromático. Cada una de las formas tiene su propia actividad biológica.
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