Todas las personas deberían asegurarse de ingerir suficiente yodo, por ejemplo, consumiendo de forma esporádica algas marinas que contengan cantidades moderadas de este elemento.
No es necesario si vivimos en un país en el que se comercializa sal yodada y utilizamos regularmente este tipo de sal o sales enriquecidas con algas que tienen un porcentaje de yodo definido.
En esos casos, el peligro es consumir más cantidad de sal y de yodo de la que deberíamos.
El suelo y el agua del mar contienen yodo. Encontramos grandes cantidades en productos marinos como las algas o el pescado. Sin embargo, un gramo de algas pardas contiene 3000 µg, es decir, 3 mg, que ya supone diez veces las necesidades diarias.6, 8 Aun más altos son los valores que nos podemos encontrar en algas kombu o en las algas kelp (aprox. 300 000 µg). Cuando consumimos estas algas, es muy fácil ingerir demasiada cantidad de yodo. El porcentaje de yodo se puede reducir hasta en un 95 % si las algas se ponen en remojo durante varias horas o se cuecen.9
El Instituto Federal de Evaluación de Riesgos alemán (BfR, por sus siglas en alemán) recomienda no consumir productos de algas secas que contengan 2000 µg por cada 100 gramos o valores incluso superiores, ya que pueden ser perjudiciales para la salud. El Instituto Federal de Evaluación de Riesgos alemán también desaconseja enérgicamente el uso de suplementos dietéticos. Debido a que el contenido de yodo en las algas es muy variable y a la falta de una definición legal sobre las cantidades permitidas, estos productos se encuentran en una especie de limbo en el que los consumidores no acaban de tener claro si el producto es beneficioso o perjudicial para ellos.10
Es importante tener en cuenta que la cantidad de yodo de las algas varía considerablemente en función de la época, de las condiciones ambientales, de la profundidad del agua y de las temperaturas. Incluso puede haber grandes diferencias en la cantidad de yodo de una determinada especie de alga. Es difícil clasificar las distintas variedades de alga por la cantidad de yodo de una determinada región, aunque se conozcan las distintas cepas.6 No solo es determinante la cantidad de yodo natural, sino también el método de procesamiento (extracción en frío o en caliente, pasteurización).7
También encontramos trazas de yodo, siempre según la cantidad de yodo del suelo, en otros alimentos como los rábanos (1,2 µg/100 g), las endivias (2,2), las zanahorias (3) o la lechuga (1,8), pero habría que consumir varios kilos de ellos al día. En el caso del brócoli (15), los cacahuetes (13) o las legumbres (14) seguiríamos hablando de un kilo. Los boletus eduli secos aportan 27,4 µg/100 g. Sin embargo, las variaciones aquí también son notables.
Alimentos como la col, la soja o las batatas contienen nutrientes capaces de unirse al yodo de los alimentos, lo que reduce su biodisponibilidad. Si se consumen en exceso, puede aparecer un bocio. Encontrará más información al respecto en otras secciones de este artículo.
La mayor parte de los estados han tomado distintas medidas para que la población reciba suficiente yodo a través de la alimentación. El yodo se introduce en la sal de mesa y la industria alimentaria también lo incluye en numerosos alimentos. La sal de mesa enriquecida con yodo (sal yodada) contiene 1500-2500 µg/100 g y la sal marina enriquecida con algas 2000 µg/100 g, mientras que la sal marina apenas aporta 10-200 µg/100 g.
Las personas que siguen dietas a base de alimentos naturales tienen que prestar atención a los niveles de yodo. Por si no lo sabía y le gustan, las algas son un gran aliado a este respecto. Algunas algas comestibles son muy ricas en yodo, como por ejemplo las algas kombu o las algas pardas como las algas arame. Las populares «algas de sushi», las algas nori (algas rojas) son moderadamente ricas en yodo. Por desgracia, las autoridades todavía no han hecho obligatorio declarar los nutrientes en el etiquetado, por lo que la mayoría de los productos carecen de información concreta sobre la cantidad de yodo o, sencillamente, señalan que «aporta < 20 g/kg».
Es importante que las personas que padecen hipotiroidismo se acostumbren poco a poco a las algas, a fin de evitar una reacción excesiva.
Las algas pueden estar contaminadas con metales pesados o toxinas. Por este motivo, es muy importante prestar atención al origen de las algas y exigir un etiquetado en el que se detallen claramente los nutrientes. Por ejemplo, las algas asiáticas pasan por fases de crecimiento más largas, por lo que suelen contener niveles muy altos de yodo. Es preferible consumir algas ecológicas certificadas.
Podemos encontrarlas en tiendas de alimentación saludables, tiendas de alimentos ecológicos, comercios asiáticos, herbolarios o por Internet. Las algas arame saben a mar (que no a pescado), pero si consumimos 0,25 gramos al día esto apenas se aprecia. Podemos agregarlas a sopas y guisos durante la cocción o espolvorearlas sobre el muesli. El agar (E 406) es un gelificante vegano que se fabrica a partir de algas, pero que apenas contiene yodo. La carragenina (E 407) es un aditivo alimentario que también se obtiene de las algas, en este caso de las rojas.
A continuación encontrará una tabla con las cantidades de yodo que contienen las distintas variedades de alga y tipos de sal. En el caso del yodo natural, estas cantidades pueden variar enormemente. Hay varios vegetales que hemos decidido no incluir porque las cantidades son insignificantes.
Ingrediente | I Ø µg/100 g | Comentarios y necesidades diarias (150 µg) |
295'400 | 170'000-420'800 µgc; necesidad diaria: aprox. 0,1 g | |
331'000 | 98'000-564'000 µgc; necesidad diaria: aprox. 0,2 g | |
alga wakame, deshidratada | 22'700 | 10'400-35'000 µgc; necesidad diaria: aprox. 2 g |
461 | a; necesidad diaria: aprox. 33 g | |
3215 | 430-6000 µgc; necesidad diaria: aprox. 7,5 g, es decir, 3 hojas | |
7500 | 13; oscila entre 8000-10'000 µgb, necesidad diaria: aprox. 2 g | |
alga kelp, cruda (laminaria) | 300'000 | a |
4200 | completado por nosotros | |
50 | a | |
50 | completado por nosotros | |
espirulina, cruda | 50 | d; necesidad diaria: aprox. 300 g |
sal yodada | 2000 | 1500-2500 µgc; necesidad diaria: aprox. 8 gc |
sal marina con algas | 2000 | necesidad diaria: aprox. 7,5 gc |
sal marina | 100 | d; necesidad diaria: aprox. 150 g |
Fuentes: a) USDA, b) biothemen.de, c) Leitzmann und Keller 2013, d) debinet
*Nota: el símbolo «'» entre las cifras separa los miles, no los decimales.
Algunos alimentos contienen bociógenos (sustancias que favorecen la aparición de bocios) que interfieren en la absorción del yodo. Encontramos este tipo de sustancias en el muesli o en crucíferas como los distintos tipos de coles. La mayor parte de estos bociógenos solo resultan relevantes a nivel clínico si se consumen en grandes cantidades o ya existe una carencia de yodo previa.
La genisteína que contienen las isoflavonas de la soja y la daidzeína también pueden inhibir la síntesis de las hormonas tiroideas. Estas sustancias que acabamos de mencionar funcionan al mismo tiempo como fitoestrógenos, por lo que también tienen efectos positivos para el organismo.3-5
Un artículo que no solo veganos y vegetarianos deberían leer: |
El yodo (I), también conocido como iodo, es un oligoelemento esencial que pertenece al grupo de los halógenos. Participa principalmente en la producción de hormonas tiroideas y está estrechamente relacionado con el selenio.
Los Valores de Referencia de Nutrientes (NRV, por sus siglas en inglés) son de 150 µg. Esta es la cantidad de yodo que deberían consumir de media todas las personas para cubrir sus necesidades. Esta necesidad de yodo aumenta durante el embarazo y la lactancia a 200 µg. Sin embargo, los requerimientos no son los mismos en todos los países. Por ejemplo, en Austria (ÖGE) y Alemania (DGE) se recomienda un consumo de 200 µg de yodo al día entre los 13 y los 50 años. Después, esta cantidad se reduce a 180 µg. Durante el embarazo, la Deutsche Gesellschaft für Ernährung recomienda que se consuman 230 µg y durante la lactancia, 260 µg. A menudo, la sal de mesa yodada no es capaz de cubrir estas cantidades: si utilizamos unos 5 g de sal para cocinar, la sal de mesa yodada aporta 75-125 µg de yodo.
La cantidad máxima recomendada al día es de 500 µg (0,5 mg), pero a largo plazo haría falta el doble para que tuviese efectos tóxicos. Sin embargo, este límite superior es significativamente inferior en aquellos grupos de población que tienen carencias de yodo en su alimentación, ya que la sensibilidad a un consumo alto de yodo depende del suministro de yodo en el pasado. Lo mismo les sucede a las personas que padecen enfermedades tiroideas autoinmunes.
La OMS considera que la deficiencia de yodo es uno de los problemas de salud más importantes del mundo. El agrandamiento de la glándula tiroides (el llamado bocio) es uno de los primeros signos de deficiencia de yodo. La glándula tiroides se agranda debido a la estimulación continuada de la TSH para producir hormonas tiroideas, siendo esta incapaz de hacerlo por la carencia de yodo. El bocio puede provocar las siguientes molestias: aumento de la circunferencia del cuello, sensación de tener una «bola» en la garganta, dificultades respiratorias, problemas para tragar o compresión de las venas visibles del cuello.3-5
En casos de deficiencia graves, el organismo no es capaz de producir suficientes hormonas y esto ocasiona hipotiroidismo —según la gravedad de la deficiencia—, que manifiesta los síntomas típicos: cansancio, aumento del tiempo de reacción, problemas de concentración, apatía, sensibilidad al frío, pérdida del apetito, aumento de peso, piel seca y fría, voz más ronca y profunda, bradicardia (disminución del ritmo cardíaco) y aumento de los niveles séricos de colesterol.3-5
En el caso de los niños, los problemas de tiroides pueden provocar la disminución del rendimiento académico y un desarrollo físico y mental más lento. La deficiencia de yodo tiene sus peores consecuencias durante la juventud, que es cuando desarrolla el cerebro.
En las personas mayores, la falta de fuerzas suele ser a menudo el único síntoma, por lo que a menudo se confunde con otros cambios generales relacionados con la edad. También puede suceder que las personas mayores desarrollen demencia debido a la falta de hormonas tiroideas. A diferencia de la demencia que provoca la edad, esta es reversible si se administran suplementos de yodo.
Una deficiencia de yodo durante el embarazo puede tener graves efectos en el desarrollo mental del niño. En los casos más graves, pueden llegar a desarrollar hipotiroidismo congénito (cretinismo).3-5
Una ingesta de yodo superior a los 1000 µg al día es capaz de provocar distintas enfermedades. Desde hipertiroidismo (tiroides hiperactiva), tiroiditis autoinmune (enfermedad de Graves-Basedow, una enfermedad autoinmune que produce la hiperactividad de la glándula tiroides), tiroiditis de Hashimoto (enfermedad autoinmune que produce una inflamación crónica de la glándula tiroides) o un bloqueo agudo de la captación de yodo en la tiroides, así como hipersensibilidad en casos excepcionales.
En los últimos años ha aumentado el número de personas que padecen enfermedades autoinmunes relacionadas con la glándula tiroides. En estos casos, un suministro excesivo de yodo es perjudicial. Se estima que el 10 % de la población alemana ya padece tiroiditis de Hashimoto. Encontrará más información sobre esta particular sobredosis de yodo en el apartado «Información general».
El yodo se encarga de la síntesis de las hormonas tiroideas T4 y T3. Las hormonas T4 y T3 regulan numerosos procesos metabólicos importantes como:1-5
El cuerpo absorbe el yodo casi por completo en el intestino delgado. Un transportador específico de yoduro que depende del sodio transporta el yoduro a través del torrente sanguíneo y hasta la glándula de la tiroides y otros tejidos como son las glándulas salivales, las glándulas mamarias o el estómago. Un consumo excesivo de nitratos a través de la alimentación, por ejemplo, si se consumen espinacas o acelgas, y el agua (> 50 ml/l) inhiben el transporte activo de yoduro en la glándula tiroides y el tracto gastrointestinal.
La hormona estimulante de la tiroides (TSH), que se produce en la glándula pituitaria (hipófisis), favorece el transporte de yoduro a los tirocitos de la glándula tiroides. Tras la oxidación del yoduro por la tiroperoxidasa se produce la unión a la T4. La tiroperoxidasa es una enzima hemo cuya actividad —y con ella, la síntesis de T4— puede reducirse si hay deficiencia de hierro.
La tiroperoxidasa produce más tarde la redacción en «L-tiro...» (T4), así como la formación de T3. Para la biosíntesis, el organismo necesita además el aminoácido tirosina. Más del 99 % de las hormonas tiroideas T4 y T3 del plasma sanguíneo están unidas a las proteínas de transporte. Solo una pequeña proporción de estas hormonas se encuentra presente de forma libre, es decir, desligada. Las únicas hormonas metabólicamente activas son las libres, es decir, la T3 y la T4 libres. La transformación de la T4 en la forma biológicamente activa T3, que se produce en el hígado y el riñón, se produce gracias a la 5-desyodasa, que contiene selenio.1-5
Cabe señalar que la absorción de yodo depende de la biodisponibilidad y de la capacidad de asimilación del organismo, pero apenas hay estudios al respecto. Sin embargo, estos indican que la cantidad disponible para el cuerpo es más baja que la que ingerimos. Por ejemplo: si consumimos un alga que contiene 1000 µg de yodo (por cada 100 g), el cuerpo seguramente absorba menos de 900.14 La capacidad de asimilación depende de la frecuencia y de la cantidad de yodo ingerida.6 Los japoneses tienen una mayor tolerancia por motivos genéticos.
Se estima que las reservas totales en adultos son de 10-20 mg de yodo. De estas, entre el 70 y el 80 % se encuentran en la tiroides. También se observa una alta concentración de yodo en el timo, lo que sugiere que el yodo desempeña una importante función en el sistema inmunológico. La excreción del oligoelemento se produce en un 89 % a través de la orina.
La cantidad de yodo se determina de forma indirecta midiendo los niveles de excreción en la orina. Suelen medirse en orina de 24 horas o en una muestra al azar. Se considera que con una excreción de 100-200 µg/l hay un suministro de yodo óptimo. Los valores por debajo de 50 µg/l señalan una deficiencia. Los valores superiores a 200 µg/l indican un aporte moderado o alto que ya no resulta adecuado. Cuando la excreción es de 300 µg/l o más, hablamos de una sobredosis (cantidades indicadas por la OMS).
El yodo pertenece a la serie química de los halógenos. En el agua marina, lo encontramos en forma de yoduro (I−) y de yodato (IO3−). Debido a su capacidad de reacción, en la naturaleza suele presentarse en forma catiónica, no libre. Así es como llega a nuestro organismo a través de la alimentación, en forma de yoduro, de yodato o unido orgánicamente. Como gas, es de color morado oscuro. En estado sólido, es de color gris y brillante.
La tiroiditis de Hashimoto (tiroiditis linfocítica crónica) es una enfermedad autoinmune que consiste en la inflamación de la glándula tiroides. Así, se trata de una enfermedad del sistema inmunológico. Autoinmune significa que el cuerpo produce de forma errónea anticuerpos en contra de su propia tiroides, cuyo tejido considera ajeno. Esto produce una inflamación crónica de este órgano y, con el tiempo, hipotiroidismo.
Algunas posibles causas de esta tiroiditis de Hashimoto (tiroiditis linfocítica crónica) son, además de la predisposición genética, la deficiencia de selenio, las infecciones víricas, los factores ambientales, el exceso de gluten o el estrés, pues todos ellos se ven afectados por una mayor ingesta de yodo. Se cree que las altas dosis de yodo tienen como consecuencia la activación del sistema inmunológico y que esto puede desencadenar enfermedades autoinmunes en ciertos grupos de población, sobre todo en lo que respecta a las tiroides.
Llama la atención que en todos los países en los que se ha recurrido a la yodación a través de la alimentación se ha producido un aumento significativo de los casos de tiroiditis de Hashimoto. En aquellos países en los que se agrega yodo al agua potable, hay un mayor número de casos de enfermedad tiroidea autoinmune.
Entretanto, no solo una gran parte de la población utiliza sal yodada, sino que la mayoría de las panaderías y de los fabricantes de productos precocinados también la incluyen. Por lo tanto, la proporción de personas que consumen demasiado yodo a través de la alimentación no deja de aumentar. Desde principios de los años noventa, el forraje también se enriquece con yodo. Además, el yodo no siempre aparece indicado en todos los alimentos y en la lista de ingredientes de los productos envasados a veces únicamente se señala que contiene «sal yodada», pero no se aclara la cantidad exacta. Por lo tanto, el yodo puede estar oculto en muchos alimentos. Esto implica que a los pacientes que padecen trastornos autoinmunes relacionados con la tiroides como la enfermedad de Graves-Morbus o la tiroiditis de Hashimoto cada vez les resulta más difícil evitar el yodo o incluso reducir la cantidad de yodo que ingieren a través de la alimentación.
Las pastillas de yodo en caso de accidente nuclear contienen 50 mg de yodo. Hay que tomar dos al día (durante la lactancia, como máximo durante dos días). Tras la fisión nuclear se produce, entre otros elementos, yodo radioactivo que puede llegar a liberarse a la atmósfera en caso de accidente. Si absorbemos demasiado yodo radioactivo, aumenta la posibilidad de padecer cáncer de tiroides. Las pastillas de yodo no radioactivo «satisfacen» las necesidades de las glándulas tiroides para que el organismo no absorba yodo radioactivo. Esto se conoce como «bloqueo tiroideo con yodo».12
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