En su vídeo «Vegans on top», Ori Shavit presenta en 13:07 minutos cómo podemos mejorar el planeta de forma nada despreciable simplemente decidiendo qué alimentos nos llevamos a la boca.
La antigua crítica de restaurantes y bares israelí no solía pararse a pensar en la relación que había entre su consumo personal, la alimentación mundial o el clima.
Ahora, la periodista y abogada ha decidido «poner el mundo sobre la mesa» para defender los derechos de los animales. Desde que se ha convertido al veganismo, no solo ha mejorado su salud, sino que también ha salvado vidas y ha contribuido en buena medida a proteger el medio ambiente.
La gran mayoría de las personas no reflexionan sobre las consecuencias que comporta su alimentación diaria. Es comprensible, ya que comer no deja de ser un hábito. No ha sido hasta hace unos años que las generaciones más recientes han empezado a plantearse que la alimentación de la mayoría de las personas no es ni natural ni respetuosa con el medio ambiente.
Las enfermedades de la civilización, los problemas ambientales y el amor por los animales son algunos de los motivos que han llevado a muchas personas a reflexionar y a cambiar de mentalidad. Este movimiento de alimentación consciente surgió con el cambio del milenio y es precisamente lo que le sucedió a Ori Shavit.
Comentario personal: cada vez es más importante para nuestra salud que nos informemos sobre la composición de nuestra dieta y que la comparemos con lo que nuestro cuerpo realmente necesita. Detrás de esta mala alimentación se esconden nuestro poder adquisitivo y los productos industriales, pues a las empresas solo les importa el dinero que se embolsan. Si desea saber más sobre cómo la industria alimentaria «nos refina» y ata a sus productos, eche un vistazo a nuestra reseña sobre el libro «Sal, azúcar y grasas».
04:23 ¿Cuánto cuesta en realidad un huevo?
Las respuestas de la audiencia son comprensibles si tenemos en cuenta la pregunta original: ¿Cuánto cuesta un huevo? Pero Ori Shavit enseguida lo aclara: no estamos hablando de los costes económicos, sino del precio que las gallinas y el medio ambiente pagan todos los días. En un país pequeño como Israel, la industria mata 15 000 pollos cada día, ya que estos no son capaces de poner huevos y la cría tiene como objetivo la producción de huevos, no de carne. Dos años más tarde, también asesinamos a sus hermanas porque ya no ponen huevos suficientes. Solo en Israel se asesina a unos nueve millones de gallinas al año. Esta cifra ya debería ser suficiente para hacernos reflexionar al respecto si no queremos tener en cuenta que, además, consumir un huevo al día es muy poco saludable.
En la industria láctea también es común escurrir hasta la última gota de las vacas criadas de forma artificial para conseguir la máxima producción lechera.
Comentario personal: se preña constantemente a las vacas y se las mata al cabo de unos pocos años, cuando la producción decae. Después, pasan a formar parte de la industria cárnica, que las procesa en forma de filetes y embutidos. Y lo que no nos comemos en los países industrializados emigra con ayuda de nuestros subsidios a países en vías de desarrollo en los que los agricultores pierden sus ventas y su medio de vida. Por favor, párese a pensar, ¿qué alternativa tienen en África, por ejemplo? Esta problemática sobre nuestra equivocada manera de alimentarnos es lo que nos hace denominarlo «la cultura de la muerte» o «seguir a una mayoría asesina».
7:00 ¿Qué saca usted de salvar vidas animales?
Una dieta vegetal bien planificada y meditada puede reducir de forma muy significativa los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer o problemas renales. Esto también lo han confirmado organizaciones sanitarias líderes en el mundo.
Es un círculo: cuando uno deja de hacer daño a otros, deja de hacerse daño y de envenenarse a uno mismo. Y el medio ambiente también se beneficia de ello. No cabe la menor duda: una persona que come carne no se puede considerar a sí misma ecologista. En una contradicción, puesto que para obtener carne necesitamos muchos más recursos que para producir alimentos vegetales y la cría de animales provoca un enorme aumento de las emisiones de dióxido de carbono y de metano, lo que a su vez impulsa el cambio climático.
8:23: La industria ganadera contamina el aire más que todos los vehículos del mundo. Y no solo eso:
La industria cárnica consume cantidades ingentes de agua. En comparación con un omnívoro, una persona vegana ahorra al año cinco millones de litros de agua.
Este consumo también se aprecia en el uso de las superficies: el 70 % de los cultivos están destinados a la producción de forraje. Con ese forraje se alimenta a 60 mil millones de «animales de granja». Si dedicásemos toda esa superficie a la producción de alimentos para los seres humanos, podríamos acabar con el hambre en el mundo. ¡Una alimentación consciente salva vidas!
9:50 Ori Shavit comenzó su andadura como bloguera escribiendo su diario virtual sobre alimentación «Vegans on top». Sus talleres veganos produjeron una verdadera reacción en cadena en Israel. Hoy en día podemos encontrar en el país numerosos restaurantes veganos o, al menos, restaurantes donde encontrar opciones aptas para veganos.
Cada vez hay más personas conscientes de que deben mirar lo que se llevan al plato desde otro punto de vista. Sin embargo, todavía son una pequeña minoría.
12:20 Podemos cambiar el mundo con nuestra alimentación.
En el siglo XXI somos SELECTIVOROS: la única criatura sobre la faz de la tierra capaz de decidir si quiere comer, qué comer y cuándo hacerlo. La próxima vez que vaya al supermercado o a un restaurante, tenga en cuenta que está en sus manos decidir cambiar el mundo.