Es muy difícil asumir un diagnóstico tan terrible como el del Linfoma No Hodgkin (linfoma de células del manto). En aquel momento, daban una esperanza de vida de 2,5 años.
En una situación como esta, unos pierden toda esperanza y se sumen en la desesperación, algunos aceptan la situación y el diagnóstico terminal y otros se someten sin pensárselo a cualquier tratamiento posible.
Ernst recibió el diagnóstico con 41 años. Fue realista frente a la situación. Decidió informarse sobre la enfermedad e investigar el tema para encontrar cualquier posibilidad que le permitiese dar la vuelta a la situación.
Hoy, a sus 82 años, todavía derrocha fortaleza y tesón, lo que le permite dedicarse de forma intensa a sus dos organizaciones sin ánimo de lucro. Su estilo de vida mayoritariamente crudivegano le da las fuerzas que necesita.